20/04/2024 - Edición Nº1963

Interés General | 26 nov 2018

DIAGNÓSTICO ERRADO

Por Alan Cosentino (UBA)


Como venimos escuchando hasta el hartazgo, “el problema de la economía argentina se basa en que se gasta mas de lo que ingresa”. Por lo tanto, siguiendo la lógica de dicho argumento, la baja en el gasto (reducción de déficit fiscal) hará que la economía regrese a su sendero de crecimiento y desarrollo. Hasta aquí los argumentos por las cuales el actual gobierno programó un presupuesto 2019 con un recorte significativo del gasto público.

El ajuste del gasto trae como resultado una baja en el nivel de actividad, que se traduce en una menor demanda de divisas, ya que disminuyen  las importaciones de bienes y servicios. Como consecuencia de esto se mejora el saldo de la cuenta corriente (que es igual al ingreso de divisas, menos egreso de divisas). El efecto de la reducción del gasto, junto con el aumento del tipo de cambio (reduce la demanda de divisas por menos importaciones y turismo) ya ha empezado a tener sus efectos sobre la antes mencionada cuenta corriente. 

Ahora bien, este fundamento se basa en la idea de que una mayor cantidad de dinero circulante, genera una mayor presión sobre el dólar (ya que los agentes económicos demandaran mayores  bienes y servicios demandando mayor cantidad de divisas). Como consecuencia, y debido a la falta de dólares para hacer frente a dicha demanda, se producen las devaluaciones. Por lo tanto, dicha teoría tiende a bajar la cantidad de dinero circulante (ajustar el gasto), hasta que se equipare la cantidad de divisas disponibles (reservas), con las demandadas por los agentes económicos. A su vez algunos defensores de dicha teoría sostienen que a través de esta reducción del gasto, se genera una expansión económica. La misma se la conoce como “teoría de la austeridad expansiva”, basándose sencillamente en tres razones: en primer lugar que al gastar menos el Estado, mejoran las finanzas públicas; en segundo lugar debido a que los inversores ven con buenos ojos el ajuste fiscal produciendo un shock de confianza, y un ingreso de fondos;  y por ultimo aumentando la exportaciones debido a la mejora en la competitividad por la baja de los salarios reales (aumento de los salarios frente a la inflación).
 
Esta teoría  está  poco comprobada en los hechos. Como mencionamos la baja en la actividad económica, tendrá su efecto positivo en la cuenta corriente, pero no asegura un desarrollo económico a largo plazo. El problema de la argentina es el ya conocido estrangulamiento del sector externo, es decir la falta de divisas cuando trata de encarar sus procesos de desarrollo. El actual gobierno presenta un error de diagnóstico, ya que la economía no presenta un problema financiero (falta de divisas temporal), sino de solvencia (generación de divisas). Dicho estrangulamiento externo es financiado tomando deuda (paso de un 57% a un 87% del PBI), lo que genera a su vez un aumento del gasto público debido al pago de intereses y amortizaciones de deuda. Para contrarrestar esto el Estado debe propiciar políticas para evitar  la fuga de capitales,  incentivar procesos productivos industriales para no solo generar exportaciones de dichos sectores reduciendo el estrangulamiento, sino también para reducir la demanda de insumos industriales importados  que fomentan la presión sobre el dólar. Es fundamental que se haga foco en primer lugar en la motorización del consumo interno, necesario para estimular el crecimiento de dichos sectores. El torniquete fiscal interpuesto por el Estado no va a hacer mas que acentuar la recesión que sus propias políticas económicas generaron. 
Alan Cosentino (UBA)
 
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